La importancia de jugar de a dos



Desde hace muchos años hemos jugado y cuando somos niños es una de las actividades más importantes de nuestra etapa de desarrollo cognitivo y social, ¿pero qué relevancia tienen los videojuegos para nosotros en la vida adulta y porque nos gusta tanto jugar en compañía?

Según Jean Piaget y Maria Montessori, el juego es la principal actividad por la cual los niños en sus primeros años de vida observan e investigan su entorno de manera libre y espontánea, realizando procesos de aprendizaje individuales que son fundamentales para su crecimiento. Ya en nuestra etapa adulta muchas veces el juego pasa a un segundo plano ya que es considerada una actividad poco productiva (materialmente hablando), es por eso que nos enfocamos en actividades más acordes a nuestra edad como el trabajo, la familia y el dinero y es por eso que no jugamos tanto como quisiéramos, porque el mismo sistema demanda que seamos seres que inviertan el tiempo en actividades mucho más serias y que el juego sea únicamente para los niños.

Pero por alguna razón, algunos no dejamos de interactuar con nuestro niño interior y en este post quiero hacer una reflexión acerca de la importancia que tienen para algunos de nosotros los videojuegos como herramienta de socialización, pero lo más importante es porqué lo disfrutamos tanto cuando jugamos con amigos o familia.

Recuerdo que la primera consola que me regalaron fue una Atari 2600 por allá en 1987, no sé de dónde la consiguió mi papá, pero un día se apareció con ella y la conecto en la televisión de nuestra sala y comenzó el suplicio de mi madre al vernos horas enteras de los fines de semana jugando Pitfall y fueron los mejores momentos que tuve con mi padre. Después por allá en 1992 llego el Family, consola con la que alucinamos mi hermano y yo cuando descubrimos juegos como Super Mario Bross 3 o Contra, juegos con los que pase las tardes más divertidas con mi hermano, pero con el tiempo las aquellas tardes de juego se fueron acabando cuando cada uno de nosotros empezó a crecer, a tener otro tipo de amigos, gustos y otras responsabilidades, hasta el punto que nos distanciamos porque no teníamos algo en común…hasta hace poco.

Meses atrás y gracias al poder adquisitivo (una de las ventajas de ser adulto) me compre la Super Nes Mini, fue una inversión más por nostalgia que por necesidad dado que durante mi infancia mis padres no pudieron comprarme una, así que durante años soñé como sería tener y poder jugar a esta consola, pero me tocaba conformarme con ir a las casas de algunos de mis amigos que por alguna razón sus papas si se las podían comprar o pagar en los “chuzos de super” muy de moda por los 90 para poder jugar algunas horas; así que cuando la anunciaron me dije a mi mismo que me regalaría esa parte de mi infancia que nunca tuve y así fue.

Mi hermano y yo tratando de rescatar de una vez
por todas a la princesa Peach en Super Mario Bross 3 

La consola de por si es un juguete (bastante costoso) pero que sirvió como puente para volver a pasar algunas tardes con mi hermano y recuperar esos lazos que habíamos forjado antaño, ahora los dos somos adultos y cada uno tiene su propia vida, pero por las tardes de los fines de semana volvemos a ser aquellos niños a los que les hace ilusión jugar juntos, y solo nos sentamos a eso a jugar dejando de lado los problemas de la vida cotidiana para volver a ser niños por algunas horas.

Y, si Luigi por derecho propio es mi hermano, hay que mantener las sanas costumbres 

A este tipo de experiencias apuntaban las compañías desarrolladoras de videojuegos en los cuales dos jugadores se juntaban para rescatar a la princesa del reino champiñón, labor que demandaban la mayor parte del tiempo de las tardes de los fines de semana y que se complementaba con chistes, peleas y una buena ración de pasabocas, sencillamente jugar videojuegos era la excusa perfecta para pasar la tarde con los amigos. Pero con el tiempo y con la evolución tecnológica los videojuegos pasaron de ser una experiencia grupal a ser una experiencia individual dejando de lado el factor social, y es verdad que los juegos online cambiaron el modo de jugar y de interactuar entre las personas, pero nunca se comparara con el ritual de estar en una sala, conectar la consola al televisor y de disfrutar esos momentos de cosas simples para ser felices.

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